miércoles, 17 de diciembre de 2014

El elegido

"Se necesita Amanecer para la Tierra. Interesados preguntar aquí"

Todos los planetas, los satélites, incluso estrellas vieron este anuncio en el cielo y llegaron emocionados decididos a conseguir el trabajo.

Se ofrecía:
- Contrato fijo, para siempre
- Horario de domingo a domingo
- Posibilidad de ascenso (el puesto de Atardecer estaba libre)
- Reconocimiento mundial

Todos se apuntaron, así que el día del casting había mucho movimiento.
Los candidatos fueron pasando. El creador observaba y tomaba apuntes.

Habían unos que "amanecían" muy rápido, porque pensaban que si eran los que antes acababan ganarían.

Otros empezaban, paraban, y volvían hacia atrás cada vez que aparecía una nube; lo querían hacer perfecto.

Descartados quedaban los impuntuales y los que brillaban solamente cuando los miraban.


Hasta que apareció el Sol. 

Ya lo conocían por su calor y luz; pero nunca pensaron que estuviera interesado en el puesto. 
El Sol explicó que quería compartir su luz y energía con la Tierra y sus habitantes. 

También dijo que no sabía qué era justamente lo que buscaban, pero él quería intentarlo...

Se puso en posición y comenzó a subir.
Lo hacía a una velocidad imperceptible, constante, sin prisa pero sin pausa. 

Entonces aparecieron las nubes y lo cubrieron. Pero el Sol siguió brillando, y poco a poco fue tiñendo con su luz a las nubes de un rosa intenso. Las nubes, emocionadas se fueron apartando, poco a poco. Formaban un equipo perfecto.

De repente se puso a llover, formaba parte de la prueba...

El Sol no desistió, y siguió brillando desde su centro. Y ante la mirada de todos apareció un hermoso Arco Iris.

Todos se unieron en un aplauso, la emoción los había embargado; ya había un elegido. 

Y desde ese día el Sol es el encargado de Amanecer y Atardecer....



martes, 16 de diciembre de 2014

Íbamos perdidos

Pensábamos que todo iba de competir, de ser mejores. Nos centramos en destacar. 
Pensábamos que todo iba de acumular cosas, cuantas más mejor y cuanto más caras más afortunados seríamos.

Y nos perdimos. Nos perdimos lo básico. Nos enredamos. 
No valoramos lo importante. 

Pensábamos que todo iba de hacer y en realidad iba solamente de ser.

Si hubiéramos sido observadores lo hubiéramos aprendido enseguida, pero íbamos muy rápido.

Esquivamos las miradas, agachamos la cabeza e intentamos no acercarnos mucho. Qué equivocados estamos! Ahí está la mágia! Justo ahí. En el otro.

No perdamos más tiempo! Aguantemos la mirada hasta que esa sensación te recorra el cuerpo.
 
Esa que más o menos expresa: "ese ser vale lo mismo que yo. Lo amo solamente por lo que es, no por lo que tiene, ni por lo que hace. Simplemente lo reconozco. Y soy tan afortunado de verlo. A través de él me reconozco a mi mismo. Ambos partículas de Dios. Gracias."

Ese es el gran sentido de nuestra existencia. Sólo así evolucionaremos. Amando. 

Pensábamos que todo iba de números y estrategias...y sólo iba de Amor.

viernes, 5 de diciembre de 2014

La Mente...

Cuando era pequeña todo lo veía gigante. Los árboles, los parques, las casas... Y no sólo los objetos, también me pasaba con los adultos. No me refiero a su tamaño, que también, sino a sus capacidades. Creían que eran todopoderosos, héroes, capaces de saber cada una de las respuestas a mis preguntas.

Y también recuerdo el día que me di cuenta de no eran tan grandes...

Me invadió una sensación extraña, nueva para mi, entre desilusión y despertar. Como cuando te das cuenta de que los Reyes Magos son los padres. Ya no hay marcha atrás. Hay una parte de ti que se niega a aceptarlo, pero otra sabe que esa es la verdad. Es una verdad que duele, que no gusta. Prefería vivir en el sueño. Y sin quererlo has dado el paso. Tu perspectiva ha cambiado.

Hoy, con 29 años, me pregunto que otras cosas me "creí" que no son verdad. Seguramente hay muchas más. Y, seguramente, ya las intuyo...

Por eso, hace unos años, comencé el camino arduo de poner a prueba las ideas, poner a prueba mis conocimientos. No es un trabajo atractivo, es mas bien molesto. Creo que la dificultad máxima radica en que la herramienta que utilizas para llegar a la verdad es la misma que utilizaste para aceptar el error: la Mente.

La Mente, la gran desconocida, capaz de crear la realidad donde vives, generarte miedos, modificar situaciones para tu beneficio; y sacarte de aquí.

"Si no lo puedes comprobar no existe" dice la Mente. "Necesito pruebas".

Menos mal que ya no confío ciegamente en ella. Sino en algo que no puedo describir, que me da una seguridad incondicional.

Aunque... pensándolo bien, podría ser un recurso más de mi Mente ;)

Libros recomendados:
- 1985, Orwell.
- 1Q85 Haruki Murakami









lunes, 1 de diciembre de 2014

Nosotros marcamos el ritmo

Y me dijo: "Siempre voy muy rápido, no me paro en los detalles. No se si está mal o bien, pero no me siento a gusto"

Respiré hondo y le conté esta historia:

"Había una vez un chico como tú. Su nombre era Juan, y tenía unos 29 años. Ni muy alto ni muy bajo, atractivo pero que podía pasar desapercibido. Inteligente, pero cabezón.

Juan trabajaba para una empresa muy importante; y esta vez le habían encargado uno de esos trabajos que ponen nerviosos a cualquiera. Había fecha límite y unos mínimos que cumplir.
Juan estaba nervioso, muy nervioso.

El trabajo consistía en viajar a una ciudad cercana, hablar con unos clientes y convencerlos de que firmaran un proyecto. Juan debería utilizar todas sus herramientas para traerse de vuelta el proyecto firmado.
Él sabia que era un buen proyecto, y que nadie saldría perjudicado; pero también sabía que uno de sus competidores era un excelente comunicador.

Con todos estos pensamientos esto en su mente se dirigió a la estación. 

No podía concentrarse en nada, su mente iba por libre. Llegó casi inconscientemente a la estación. 
Se subió a un tren. Miró el reloj, 10:45, "voy con tiempo"- pensó; bajó la cortina de la ventana contigua, se puso los cascos y se centró en el dossier que tenía.

Pasado un rato volvió a mirar el reloj: 10:58. 
- ¿Por qué parada vamos caballero?, preguntó a su acompañante.
- Todavía no hemos salido de la estación inicial
- ¡¿Qué?!

Juan se quitó los cascos y observó a su alrededor. Podía ver que su acompañante tenía razón; pero, ¿cómo él no se había dado cuenta?

Apartó el dossier y comenzó a observar como el panel que avisaba las paradas no paraba de repetir las mismas. A pesar de que el tren se moviera, daba la sensación de que el tren iba en círculos. O que estuviera atrapado en un bucle.

Notó que su respiración estaba igual de acelerada que al principio, sus manos igual de frías y sudadas, y esa taquicardia no se reducía.

Entonces, Juan, tomó una decisión: "voy a vivir el ahora", se dijo. No sabía bien bien de dónde había sacado esa idea, pero le vino a su cabeza.

Guardó el dossier en su maletín, guardó el teléfono y levantó la cortina.

Comenzó a respirar con consciencia. Notaba como iba tomando el control de su alrededor.

Se dió cuenta que cuanto más consciente estaba el tren más avanzaba. En el panel comenzaban a aparecer paradas nuevas.

Al mirar por la ventana, era capaz de admirar la belleza del entorno. Los colores parecen más vivos, el brillo del cielo era espectacular.

Sus manos volvían a la normalidad y su corazón respondía a ese estado.

En ese momento, el acompañante le dijo: "Al tomar consciencia de ti, de tus pensamientos, has logrado salir del bucle; el tren, como la vida, avanza a su destino. Llegarás en el momento justo allí donde debas llegar. Así que ahora deja de pre-ocuparte y admira el paisaje. Que tenga buen viaje. Yo me bajo aquí"

Juan sonrió y agradeció el mensaje.

Un sonido familiar le hizo abrir los ojos. El aroma a café lo terminó de despertar...."